“¡No te soporto!” “¡Estás loc@!” “¡Ya no te aguanto!” “¡Lástima que no me salir por esta cuarentena!” ¿Les suena conocido?
En China ya se está viendo cómo se fueron por los cielos las solicitudes de divorcio después de varios meses de confinamiento y nada indica que la tendencia vaya a cambiar en el resto del mundo. ¿Es la cuarentena la causante de la separación de las parejas que comparten un mismo techo? La respuesta es un rotundo NO, simplemente es un factor externo que acelera la descomposición de la relaciones que tienden a ser tóxicas o desbalanceadas y que saca a relucir esas cosas que tanto nos molestan y se esconden como el sucio debajo de la alfombra o las cosas rotas y viejas que guardamos en el sótano o en un closet.
Desde hace años he tratado a parejas que van corriendo la arruga y postergando conflictos y situaciones inevitables para procurar salvar su relación. Hábitos, costumbres, actitudes y aptitudes que los hace incompatibles se ven aminoradas por el tiempo que permanecen separados: horas en el trabajo, salidas con amigos, deporte, vida social, etc. Sin embargo, ahora que están obligados a permanecer encerrados entre cuatro paredes es imposible que no salgan a la luz esos problemas potenciales e incomodidades.
Elegir una pareja, y más aún decidir mudarse juntos y hacer familia, es algo que no se debe tomar a la ligera. No es nada más un tema de atracción sexual, intereses, objetivos o pasatiempos, una relación sustentable en el tiempo también debe basarse en la amistad, en la comunicación, en la empatía, en los valores y en el respeto.
No estoy diciendo que en las relaciones saludables no existan conflictos y más durante la cuarentena, todo lo contrario. Todos estamos irritables, ansiosos e inquietos en estos momentos y es más que probable que en más de una ocasión el hogar esté a punto de convertirse en un ring de boxeo. Sobre todo porque no tenemos la posibilidad de salir a dar una vuelta y despejarnos. Pero, en los noviazgos y matrimonios sanos se respetan sus espacios y se arreglan las diferencias conversando civilizadamente y poniéndose en los zapatos del otro.