Estamos expuestos a un caudal de noticias en todo momento, algunas verdaderas y otras no tanto. Es normal querer estar informados ante una situación tan crítica como la que estamos viviendo en todo el mundo, pero hay personas que pecan por estar, literalmente, todo el día revisando las redes sociales, viendo noticieros, divulgando contenido relacionado al coronavirus y llegando al punto de no tener otro tema de conversación.

Hay que cuidar nuestra salud mental y emocional. No es sano estar todo el tiempo pensando en la pandemia, sus causas, en la posibilidad de contagiarse y en las consecuencias que el COVID-19 ya está teniendo en prácticamente todos los aspectos de nuestra vida. La paranoia y la hipocondría sólo conducen a pensamientos destructivos que no nos llevan a nada y estar sobreinformados no contribuye a nuestra paz y tranquilidad. Por eso, como psicólogo recomiendo que debemos enfocarnos en prevenir para luego soltar y procurar estar lo más normal posible. El objetivo es estar alertas pero no obsesionados, permaneciendo resguardados en nuestras casas y saliendo nada más para abastecernos de comida y medicina.

Al tener una actitud paranoica y al ser hipocondríacos, incluso gastamos más energía que cuando estamos lidiando con la experiencia real. Nuestro cerebro produce una mayor cantidad de sinapsis nerviosas al imaginarnos todos los posibles escenarios, desenlaces, síntomas y riesgos de contagio. En resumen, hay que tomar las medidas de prevención obligatorias e imprescindibles pero debemos tomar las cosas con calma. La paz que se experimenta cuando se consigue el equilibrio, se deja a un lado el pánico y no pensamos en exceso, nos hace estar más alertas y ecuánimes para tomar las cartas en el asunto en el caso de ser necesario. Hagamos la prevención en su justa medida, sin cometer la estupidez de negarlo todo y ser irresponsables pero tampoco llenándonos de información y muriendo de pavor.