El divorcio puede convertirse en un caos emocional para los niños. Los hijos que experimentan la separación de sus padres enfrentan las etapas del duelo de la misma manera que cuando surge una muerte de un miembro de la familia. Como sexóloga clínica y como madre te recomiendo que si  estás en una situación tensa de pareja pienses primero en los pequeños de la casa. Ellos no tienen la culpa de sus problemas.

Muchos hijos pierden contacto físico y hasta emocional con alguno de sus padres. Su identidad se ve afectada al igual que su estabilidad y su sentido de pertenecer a una familia completa. Es común que pierdan el control por su falta de seguridad emocional. Además, el divorcio altera las rutinas y los hábitos ya establecidos, alterando así la estabilidad emocional de los menores y dándoles una sensación de que su mundo ha cambiado por completo.

A pesar de que el divorcio puede atropellar emocionalmente al adulto, después de cierta edad desarrollamos las herramientas para enfrentar el duelo de una forma más madura. Los niños tienen un repertorio de estrategias más limitadas que los padres y les cuesta manejar la ansiedad, la tristeza y la depresión. Si es difícil para los adultos, ¿puedes imaginar lo complicado que puede significar para los niños?

Hay que entender que hasta los divorcios más amistosos afectan directamente a los pequeños, en algunos casos de manera temporal e incluso en forma permanente en algunos casos. ¿Cómo solucionarlo? Pues procurando hacer las cosas lo menos traumáticas posibles, evitando peleas innecesarias frente de los hijos y jamás poniéndolo en contra de ninguna de las partes.

Eso sí, no te quedes en una relación que no te hace feliz nada más por complacerlos. No tengas sentimientos de culpabilidad ni de traición. Asístelos emocionalmente y acompáñalos en su proceso de adaptación, bríndales calidad de tiempo, apoyo, atención y muchísimo amor. Nunca está demás que busquen ayuda psicológica. Recuerda: ¡nunca te divorcios de tus hijos!